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Cuando la mirada es sincera, se convierte en el puente entre dos almas


¿Sabías que los ojos y nuestra mirada son una de las pocas cosas que pueden delatarnos? Al no poder controlarlos a conciencia, es posible que revelen nuestras intenciones

A través de una mirada uno puede conectar con las personas con más integridad, con más sentido y seguridad. Esta idea viene reforzada por un razón: la mayoría de nuestros movimientos y gestos pueden ser controlados a voluntad si uno así lo busca, pudiendo llegar con ello al engaño o a ciertas conductas encubiertas que esconden en ocasiones un doble propósito.

La mirada, en cambio, así como los procesos relacionados con esta, como, por ejemplo, la dilatación pupilar, están controlados por el sistema vegetativo autónomo. Es, por tanto, imposible provocar a voluntad que nuestra mirada se dilate por esa emoción intensa cuando alguien nos atrae.

Ese brillo peculiar no atiende a falsos propósitos, sino a un cerebro dominado por la atracción y el cariño sincero que, sin duda, suele reflejarse en nuestros ojos, en nuestra mirada.

La mirada y los fascinantes procesos que se reflejan en ella

Si nuestros ojos son, como suele decirse, la ventana del alma, es algo que la ciencia no puede demostrar porque, hasta el momento, la propia alma es algo intangible que solo la religión y la espiritualidad de cada uno puede concebir o entender. Ahora bien, lo que sí está claro es que la mirada es un arma de poder y de conexión emocional con las personas que nos rodean, e incluso con los animales.

Los expertos en lenguaje corporal nos dicen que una de nuestras partes físicas que más puede decir de nosotros son, sin duda, los ojos, y ante todo, la dilatación pupilar, esa que escapa a nuestro control y que no solo responde a los cambios de luz. También se relaciona con nuestras emociones. Veamos más datos a continuación.

La pupila y los focos de nuestro interés

Eckhard Hess fue un bipsicólogo experto en el estudio del oftalmología y las emociones de la Universidad de Chicago (Estados Unidos), que nos reveló aspectos muy interesantes sobre la dinámica de nuestras pupilas.

  • Las pupilas, tal y como hemos señalado antes, no se limitan a contraerse y dilatarse únicamente por los cambios de luz. Cuando mantenemos una conversación que es de nuestro interés, también se dilatan.

  • Cuando presenciamos algo que nos desagrada o que nos produce aversión o incomodidad, las pupilas se contraen.

  • Cuando estamos cerca de alguien que nos atrae físicamente o del cual, estamos enamorados, las pupilas también se dilatarán.

  • Otro dato curioso que demostró el profesor Hess es que cuando estamos llevando a cabo una actividad compleja y por fin hallamos la solución, las pupilas también se expanden. Es algo realmente curioso de lo que no nos damos cuenta.

La importancia del contacto visual
  • Un hecho habitual en nuestras interacciones es esperar que nuestro interlocutor mantenga el contacto visual mientras nos comunicamos. Es algo más que una forma de respeto: es un rasgo de atención, interés y reciprocidad.

  • Por su parte, cuando sentimos un contacto visual constante de alguien que no conocemos lo percibimos más bien como una intimidación, algo que puede resultar incómodo, siempre y cuando la persona en cuestión no sea de nuestro interés.

  • Según los expertos en lenguaje no verbal, en ocasiones, la persona que busca engañar a alguien suele esquivar el contacto visual y llevar su mirada a otros rincones de forma nerviosa e inconsciente, evitando ante todo mirar a los ojos de quien tiene delante durante mucho tiempo.

Mirada a la izquierda, mirada a la derecha

Cabe decir que esta teoría al respecto de la direccionalidad de la mirada y sus signficado necesita de más estudios y de un mayor aval científico, no obstante, muchos entendidos en materia del engaño en los grupos sociales apuntan las siguientes teorías:

  • Cuando mantenemos una conversación y la persona desvía de pronto la mirada a la derecha significa que “está creando o inventando”.

Ello no quiere decir que nos esté engañando directamente. En ocasiones, puede estar intentando buscar el mejor modo de explicarnos un aspecto en concreto.

  • Cuando alguien desvía la mirada a la izquierda significa que está intentado recordar algo.

Cuidado con las lágrimas

Las lágrimas, en ocasiones, no son del todo sinceras. A diferencia de la contracción de la pupila, las lágrimas pueden aparecer si la persona así lo desea.

  • En ocasiones se busca un llanto o incluso iluminar la mirada con el brillo de unas lágrimas para hacer uso de esas emociones que suelen conectar a las personas para producir un acercamiento o un perdón.

  • A pesar de que el acto de llorar es algo que suele caracterizar a los seres humanos y a algunos animales como los elefantes o los gorilas, solo nosotros podemos producirlas a voluntad.

  • Por ello, para intentar dilucidar o encontrar la sinceridad en una persona, algo que deberíamos atender por encima de todo no es la mirada en sí, sino sus movimientos y la dilatación de la pupila.

Si alguien nos atiende, mantiene en contacto visual y, casi sin darse cuenta, inunda su mirada con el negro de una pupila emocionada es un signo inequívoco de que somos de su interés.

Artículo tomado de: https://mejorconsalud.com/la-mirada-sincera-puente-almas/


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